La oración. Jesús, nuestro ejemplo

 ¿quién podría vivir sin respirar?¿cuánto fue el tiempo máximo que estuviste aguantando la respiración? Lo mismo sucede con los cristianos y la oración. Debería ser algo sin lo cual no podemos vivir.

¿en qué momentos del día “respiramos” con la oración?


Jesús siempre recurría a la oración. A pesar de que él mismo era Dios.

Antes de iniciar su ministerio, se fue 40 días al desierto, donde ayunó y oró

“el ayuno con un propósito determinado es algo más que abstenerse de comer y de beber; es también concentrarse en asuntos espirituales.”


Aunque siempre estaba rodeado de personas, él buscaba privacidad

"Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba" (Lucas 5:16)


Antes de elegir a Sus doce discípulos, Jesús "pasó la noche orando a Dios" en la ladera de una montaña 

En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. (Lucas 6:12).


En la Biblia podemos encontrar muchos versículos que relatan que Jesús ora.
Por: multiplicación de alimentos, sanación de enfermos, resurrección de muertos, buscando fortaleza, buscando dirección de Dios, pidiendo perdón de pecados para otras personas, encomendando su vida a Dios.


Jesús oró al regreso de los 72 discípulos: 

"En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó" (Lucas 10,21)


En Jerusalén, la semana de Su arresto, Jesús predijo Su próxima muerte. Mientras hablaba de que iba a ser sacrificado, Jesús hizo una oración muy corta: 

"¡Padre, glorifica tu nombre!" (Juan 12:28).


Al pasar los últimos minutos con Sus discípulos en la noche de Su arresto, Jesús hizo una extensa oración conocida hoy como Su "oración sacerdotal" (Juan 17)

Jesús ora por sus discípulos

17 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. 3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.

6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. 7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Y ya no estoy en el mundo; mas estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

20 Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. 26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

Ora…

  1. en favor de los Suyos, los que le fueron dados por el Padre (versículo 6). 

  2. Jesús es el Intercesor de Sus hijos (cf. Hebreos 7:25). Ora "no...por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son" (versículo 9). 

  3. para que tengan Su gozo (versículo 13)
    para que Dios los guarde del maligno (versículo 15).

  4. para que los suyos sean santificados por la verdad, que es la Palabra de Dios (versículo 17), 

  5. para que estén unidos en esa verdad (versículos 21-23). 

  6. mira al futuro e incluye a todos los que creerán en Él (versículo 20).


Jesús oró en el Huerto de Getsemaní justo antes de su arresto (Mateo 26:36-46).

Jesús también oró por el perdón de los que lo estaban torturando hasta la muerte: 

"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34)

Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas 23:46)


Hechos 7:59-60

Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.



Dinámica - test de frecuencia de oración